EMPRENDER
Emprender es algo maravilloso en todos los órdenes de la vida. Nos hace sentir vivos, motivados, vitales. Desde las pequeñas cosas hasta las grandes. Organizar nuestras próximas vacaciones o planificar nuestro futuro. Encarar un proyecto productivo o decidirnos a ayudar a nuestros semejantes, sobre todo a aquellos más postergados.
Emprender significa contar con una cuota de audacia, pues el futuro es totalmente incierto. Y es por esto que emprendemos.
Emprendemos porque ante esa incertidumbre, soñamos una situación distinta: en el barrio, en la ciudad, en el mundo. El fuego interior que nos mueve a emprender, a comenzar con un emprendimiento de ayuda, es fundamental para mantener el calor durante los duros inviernos que siempre azotan. La leña para alimentar ese fuego son los resultados que vamos obteniendo. Pero el invierno es crudo, muy crudo.
No emprendemos para contentarnos con magros resultados, con solo algunas ramas que mantengan apenas encendidas las brasas. El desafío es alimentar un gran fuego que perdure por años.
Al encarar proyectos sociales, lo hacemos como voluntarios. Esto es, ponemos nuestra voluntad, talentos y capacidades al servicio de la causa elegida. A este punto encontramos que el voluntariado puede desembocar en un camino no deseado y conformista que es el del voluntarismo de magros resultados y que siempre usa la frase “bueno, al menos lo intentamos”.
Por eso, resuelto el QUE hacer, y con todo el ímpetu que ponemos al emprender, el siguiente paso es pensar que nada es sustentable si no es planificado y organizado, es decir, encarado de manera profesional. Esto significa desde el comienzo hacer ejercicios de pensamiento estratégico: qué queremos ser dentro de 10 años? En qué contexto? Esto se logra definiendo una Visión y Misión del emprendimiento. Luego, realizando un plan estratégico de largo plazo que irá marcando el camino.
Después llegan otros desafíos de organización y gestión: Obtener recursos, capacitar a los involucrados, dar un sentido de pertenencia al proyecto, medir resultados, interactuar con otras organizaciones afines. Todas acciones y herramientas que en las empresas son moneda corriente: financiamiento, control de gestión, gestión de recursos humanos, Relaciones Institucionales, entre otras.
La profesionalización de la gestión de los emprendimientos sociales, ya sean asociaciones civiles, fundaciones, grupos parroquiales, o cualquier otra forma jurídica o asociativa es fundamental y no debe ser nunca soslayado. No habrá resultados duraderos, sustentables, sin trabajo profesional.
Creer que podremos ir adelante sin estas herramientas es puro voluntarismo. Nada lograremos. Por lo tanto, si ya hemos decidido el QUE hacer, no descuidemos el COMO y el fuego será realmente grande.
Emprender significa contar con una cuota de audacia, pues el futuro es totalmente incierto. Y es por esto que emprendemos.
Emprendemos porque ante esa incertidumbre, soñamos una situación distinta: en el barrio, en la ciudad, en el mundo. El fuego interior que nos mueve a emprender, a comenzar con un emprendimiento de ayuda, es fundamental para mantener el calor durante los duros inviernos que siempre azotan. La leña para alimentar ese fuego son los resultados que vamos obteniendo. Pero el invierno es crudo, muy crudo.
No emprendemos para contentarnos con magros resultados, con solo algunas ramas que mantengan apenas encendidas las brasas. El desafío es alimentar un gran fuego que perdure por años.
Al encarar proyectos sociales, lo hacemos como voluntarios. Esto es, ponemos nuestra voluntad, talentos y capacidades al servicio de la causa elegida. A este punto encontramos que el voluntariado puede desembocar en un camino no deseado y conformista que es el del voluntarismo de magros resultados y que siempre usa la frase “bueno, al menos lo intentamos”.
Por eso, resuelto el QUE hacer, y con todo el ímpetu que ponemos al emprender, el siguiente paso es pensar que nada es sustentable si no es planificado y organizado, es decir, encarado de manera profesional. Esto significa desde el comienzo hacer ejercicios de pensamiento estratégico: qué queremos ser dentro de 10 años? En qué contexto? Esto se logra definiendo una Visión y Misión del emprendimiento. Luego, realizando un plan estratégico de largo plazo que irá marcando el camino.
Después llegan otros desafíos de organización y gestión: Obtener recursos, capacitar a los involucrados, dar un sentido de pertenencia al proyecto, medir resultados, interactuar con otras organizaciones afines. Todas acciones y herramientas que en las empresas son moneda corriente: financiamiento, control de gestión, gestión de recursos humanos, Relaciones Institucionales, entre otras.
La profesionalización de la gestión de los emprendimientos sociales, ya sean asociaciones civiles, fundaciones, grupos parroquiales, o cualquier otra forma jurídica o asociativa es fundamental y no debe ser nunca soslayado. No habrá resultados duraderos, sustentables, sin trabajo profesional.
Creer que podremos ir adelante sin estas herramientas es puro voluntarismo. Nada lograremos. Por lo tanto, si ya hemos decidido el QUE hacer, no descuidemos el COMO y el fuego será realmente grande.
Benjamín Buteler
Miembro del Concejo de Administración
de la Asociación Civil Hombre Nuevo
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Miembro del Concejo de Administración
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