domingo, 3 de mayo de 2009

Qué opina...


QUÉ ES LO QUE PENSAMOS CUANDO HACEMOS LO QUE HACEMOS

Sucede frecuentemente que una vez avocados a la tarea olvidamos lo que hay detrás, lo que nos llevó a decidir una acción, un camino, un medio y no otros que también se nos ofrecían como posibilidad. En las líneas que siguen me propongo retomar algunas reflexiones de los primeros tiempos que hoy forman parte de lo que somos, aunque a veces tan tácitamente que pecamos de omisión.
Se habla mucho de la pobreza y de los pobres pero, tanto individual como colectivamente, se hace bastante poco. En el día a día, los pobres son ignorados mientras caminan por la calle o tratados con desconfianza y distancia asumiendo como regla que el pobre roba o, aún más, adhiriendoa la difundida versión según la cuál se es pobre porque así se quiere ser, porque es más fácil y cómodo vivir de la ayuda social.
Se dice mucho acerca de la estigmatización de los pobres pero se incurre en ella con facilidad perdiendo de vista que ladrones y vagos podemos encontrar en todos los estratos sociales -como también honestos y trabajadores- y que en situaciones de vulnerabilidad las oportunidades no sobran.
Cuando ofrecemos microcréditos a madres pobres, proponemos pasar de la indiferencia al encuentro para conocer el sueño que acarician y por el que están dispuestas a luchar; para saber qué trabajo elegirían si pudieran y cómo les gustaría vivir; para, finalmente, perseguir junto a ellas ese sueño. La idea de un microcrédito irrumpe en su realidad, rompe con la continuidad de las propuestas habituales de su ambiente y se constituye en un desafío, que no es para todas, porque es hacerse cargo de una idea, es asumir una responsabilidad sobre algo por propia decisión -como dueña y no como empleada-; porque va en contra de las representaciones simbólicas respecto de los pobres e incluso en contra de las representaciones que los pobres tienen de sí mismos; porque es un paso que se necesita dar.
Se aprende lo que se vive dice la sabiduría popular. Cuando elegimos madres como beneficiarias de los microcréditos, lo hacemos porque pretendemos ayudar a que los niños aprendan -viendo trabajar a sus madres- el valor del trabajo y sea ese el ejemplo que imiten y no aquel que pueden encontrar deambulando tardes enteras por ahí. No porque en la calle no puedan aprenderse también cosas buenas sino porque valoramos los vínculos familiares y la presencia de los padres en la educación de los hijos, para que éstos puedan formar un criterio respecto de lo que la calle y la vida les ofreceny desde ese criterio, discernir. Dar oportunidades solo a mujeres es una pequeña revolución al interior de ese núcleo social y permite a estas mujeres plantear una relación diferente con sus cónyuges y sus hijos, con sus vecinas y con la sociedad en general; de eso lo que nos interesa no es promover la seguridad basada en el dinero sino que se pongan en contacto con todo lo que ellas son y se descubran capaces de transformar su realidad y perciban que las relaciones pueden ser diferentes, pueden planearse en otros términos.
Cuando procuramos mediar entre quien tiene el dinero y quien lo necesita, entre quien lo devuelve hoy y quien lo pedirá mañana y lo hacemos sin lucro alguno o cuando revisamos con la emprendedora el potencial de su proyecto, o las salidas ante las dificultades que se van presentando como si se tratara de nuestro propio negocio, lo hacemos porque nos gustaría que entre esos criterios que recibirán sus niños y en esos nuevos términos en sus relaciones, se destaquen la confianza y la capacidad de valorar al otro por lo que es.
En contra del énfasis generalmente puesto en la imposibilidad del cambio, creemos que es ésta una forma de empezar a modificar las estructuras y representaciones en las que estamos inmersos, de fisurarlas al menos.
El microcrédito no es “la” solución al grave problema de la pobreza en Argentina y el mundo pero preferimos intentar alguna respuesta, aunque parcial y aun sin certezas acerca del resultado, antes que esperar una panacea, porque mientras tanto muchas personas necesitan algo que les dé de comer, que les ayude a llevar una vida digna, que las anime a seguir luchando sin desesperar.
El microcrédito es, en definitiva, una excusa para mucho más.
Iriana Ferreyra
Lic. en Ciencias Políticas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la claridad y por el empeño en la ardua tarea no solo de hacer por los "otros", sino también la de volver a las causas.